Futboludol

Por Gustavo E. Etkin

Desde chiquito su papá -gerente de un banco- lo llevaba a la cancha de Boca. Para que se interese y, tal vez, practique un deporte de hombres.

Le gustaba ver los partidos cuando el sol se iba poniendo. El cielo colorado, anaranjado, amarillo, azul, casi negro.

Así fue, por la estética, los lindos colores del crepúsculo, lo que lo hizo hincha de Boca.

Pero el tiempo iba pasando y dejó de interesarse por el futbol. Solo tenía gran curiosidad por lo que pasaba, y había pasado, en Argentina y otros países. Política nacional e internacional. Historias.

Y cada vez que, por radio o por la televisión, escuchaba que la resistencia iraquiana había matado un soldado yanki, lo festejaba a gritos. Como antes un gol.

Su padre estaba preocupado. No solamente dejó de interesarle el futbol -pasó a llamarlo futboludol- si no que también era partidario de la subversión irakiana contra los libertadores yankis. Y eso de festejar cuando se mataba alguien era crueldad. Tal vez sadismo.

Por eso fue a consultar un psiquiatra amigo, que le hizo algunas preguntas.

¿Cuándo era chico, jugaba con otros chicos o quedaba solo, aislado?

Casi siempre solo. Leyendo. Leía mucho.

¿Qué leía?

Primero revistas infantiles, historietas, o libros de cuentos de hadas. Después, de todo.

¿Y siempre solo, aislado?

Claro. Le gustaba el silencio para leer.

Hum….posiblemente autismo. O la propensión a una esquizofrenia…. Yo le recomendaría unos medicamentos y una sesión de electroshock.

Los medicamentos puede ser que lo convenza a tomarlos. ¿Pero como hago con el electroshock?

Simple. Dígale que quiero aplicarle una inyección muy buena para la salud. Que en realidad lo va a dejar dormido y ahí el electro. Y cuando está dormido, y durante el electro tiene que escuchar la transmisión de un partido de futbol.

Y así fue que, después de un tiempo dejó de interesarse por lo que pasaba en el otro lado del mundo y pasó a ser hincha fanático de Boca.

Gustavo E. Etkin escribe desde Bahía de San Salvador, Brasil.

 

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