Las cataratas y la vejez

Por Teresa Gurza
De niños imaginamos cosas nada que ver con la realidad.
Cuando yo era chica por ejemplo, al enterarme que una conocida de mi abuela tenía cataratas, la imaginaba con los ojos llenos de telarañas y cascadas; y me daba curiosidad ver si las arañitas le caminaban por las pestañas pero también miedo que me fueran a brincar.
Las cataratas que me intrigaban, son simplemente una nubosidad que empeña el cristalino de los ojos e impide una visión nítida; no se contagian, son parte del proceso natural de envejecimiento y que pueden ser removidas con una sencilla cirugía de pocos minutos; y de la que a las dos o tres semanas y teniendo durante ese tiempo cuidados como no agacharse ni cargar cosas pesadas, se está completamente recuperado.
Y como llegamos ya a las edades en que parecen brotar de la nada las enfermedades de viejos, en las últimas semanas a varias de mis amigas las operaron de cataratas.
De acuerdo con informaciones que saque de Internet y resumo acá, las cataratas no son ni tumores, ni carnosidades; ni mucho menos motivo de alarma, se trata simplemente de una opacificación del cristalino, que es el lente normalmente claro y transparente que tenemos en los ojos y nos sirve para enfocar las imágenes; y que al volverse opaco, debe ser quitado mediante ultrasonido.
Las catataras son un problema que todos los viejos padecerán en algún momento, sobre todo después de los 65 años; y que lata, porque a las mujeres se nos presenta a menor edad que los hombres.
A mi esposo Matías, lo operaron en Chile hace como unos 10 años, cuando ya tenía 85; y quedó tan bien que después no necesitó usar ni lentes y sólo observándolos de muy cerca, se le notaban los ojos más brillantes y como medio biónicos, debido al lente intraocular de acrílico que los médicos le colocaron.
Pero aún sin ser un padecimiento grave o de difícil tratamiento, las cataratas son un problema importante de salud pública; sobre todo en nuestro  país, donde la mayoría de la gente y sobre todo los más ancianos, carecen de medios para operarse.
Datos del INEGI indican, que 48 millones y medio de mexicanos requieren servicios de optometría, a los que no pueden acceder por falta de recursos o por vivir  en poblados rurales; que alrededor de dos millones sufren de cataratas; y que 700 mil de ellos las tienen tan avanzadas, que no distinguen formas ni colores.
Y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, son las cataratas la principal causa de ceguera a nivel mundial; y el número de quienes las padecen, seguirá creciendo a medida que aumenta la expectativa de vida de la población.
No siempre la persona que las tiene se da cuenta, porque están al borde externo del cristalino y al principio su vista no sufre cambios; mientras que cuando están cerca del centro, provocan que la visión se vaya haciendo borrosa y no se perciban los colores con sus naturales intensidades pálidas o radiantes.
Y aunque como ya dije, la edad más frecuente para sufrir cataratas es a partir de los 65 años de edad, los miopes y los diabéticos pueden tenerlas antes; y hay casos muy raros de cataratas “congénitas” en los bebés.
Con pruebas como lecturas de letras a distancia y mediante aparatos especiales, los oftalmólogos pueden detectarlas, observar su localización, medir su tamaño y extirparlas.
Antes se decía una cosa muy rara de que para sacarlas había que esperar a que maduraran; pero actualmente, los médicos sostienen que el momento de operarlas es cuando hay incomodidad o incapacidad, para las labores de la vida diaria.
Entre los factores que, además de la edad, pueden anticipar su aparición según el portal DMedicina de donde tomé parte de esta información, están los golpes, y las quemaduras por calor intenso o agentes químicos; y en esos casos, se llaman cataratas traumáticas, como las que padecen los sopladores de vidrio que para hacer esas cosas tan lindas, someten sus ojos a altas temperaturas sin gafas adecuadas.
Carecen de fundamento científico y son por tanto falsas, las afirmaciones de que las cataratas aparecen por uso excesivo de la vista, o por forzarla; pero es muy conveniente atender las recomendaciones y cuidar los factores de protección de los ojos, como usar lentes para sol de buena calidad, a fin de evitar daños oculares.

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