Por Juan Francisco Coloane
Se cierra un año en política internacional y la dinámica terrorista resurge como en los dos primeros años después de la invasión a Irak en 2003. No se trata solamente de los últimos atentados terroristas en Rusia, o el que golpea a Siria desde que comenzó el plan de desestabilizar su gobierno en 2011.
El terrorismo está muy presente en Afganistán, Irak, Líbano, Egipto, Malí, Somalia, Kenia, Nigeria, Filipinas, India, Pakistán, Argelia entre los países más afectados. Se registra en 2013, cerca de 300 atentados terroristas en zonas urbanas con un elevado número de víctimas fatales que alcanzan varios miles; en algunas fuentes especializadas se menciona cercana a los 8 mil muertos producto de atentados (Global Terrorismo Data Base; Global Terrorism Index).
El año anterior, 2012, no fue diferente, con un número similar de atentados y víctimas fatales. Sin embargo en 2013, la actividad terrorista proveniente del sector Yihadista del radicalismo islámico en cada contexto local, se expandió territorialmente en África, Asia y el Medio Oriente.
Claramente se trata de un retroceso que la comunidad internacional y la institucionalidad que la hace funcionar como entidad política desde el multilateralismo, debieran asumir.
La guerra fría ha regresado en gloria y majestad, pero con ropaje nuevo en un amplio menú de posturas doctrinarias reflejadas en diversas versiones de realismo, idealismo, constructivismo, entre las mas recurrentes. Sin embargo predominan los mismos rasgos de la guerra fría – ambición desmedida por la supremacía en el nivel que fuere, nación, región, grupos de interés; utilización permanente de la amenaza; subordinación de la política a lo bélico; operaciones encubiertas; cumplir objetivos sin contemplaciones, entre otros.
El internacionalismo multilateral e integracionista, seriamente dañado con la invasión a Irak en 2003, aún no recupera las bases de confianza, elemento central en las relaciones internacionales. Se ha constatado una marcada debilidad institucional para prevenir el uso de la fuerza, así como persiste la incapacidad de los instrumentos internacionales para impedir el uso ilegítimo del poderío militar. El Derecho Internacional mantiene su estado embrionario y carente de poder coercitivo. No se ha incrementado el esfuerzo político, para construir instrumentos de Derecho Internacional que promuevan la integración y la cooperación y se observa una reafirmación de las soberanías y los nacionalismos exacerbados.
En cada región, se observa a las naciones preocupadas por su poderío militar, – en algunos casos de carácter nuclear- estimulando un tipo de relaciones internacionales determinadas por la variable bélica.
Europa occidental y Estados Unidos observan con preocupación la emergencia de una Rusia más potente económicamente con impulsos de formar un poder que equilibre la balanza en el mundo. Los colosos como China e India buscan acuerdos entre ellos para contrarrestar el avasallamiento de la unidad transatlántica en la región asiática con un aliado “interno” como es el Japón.
La región de América Latina y el Caribe no ha escapado a esa corriente de realineamientos políticos entre las naciones, sin embargo son aun procesos en gestación cuya consolidación está condicionada.
Por una parte, a los factores financieros y políticos externos de las potencias tradicionales y las nuevas como China e India que buscan zonas de influencia para colocar y adquirir recursos. Por otra, a los vaivenes y ambigüedades de sistemas políticos locales en los países de la región, considerablemente determinados por problemas de gobernabilidad interna e influencia foránea, especialmente en el área financiera.
El hecho más trascendental del año en política internacional considerando a la paz mundial como foco, quizás haya sido la decisión del presidente Barack Obama de recurrir al Congreso para llegar a una resolución sobre el plan de bombardear Damasco en agosto pasado. Finalmente no se abrió otro foco de guerra en una región golpeada por la injerencia extranjera, y es el dato que cuenta.
La coyuntura de un inminente ataque de Estados Unidos a la capital de Siria, se precipitó cuando el propio presidente estadounidense estableció arbitrariamente un límite para intervenir por razones humanitarias en Siria, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. La crisis emerge a partir del uso de arsenal químico en Ghouta Oriental, periferia de Damasco del 21 de agosto.
El trágico evento es hasta hoy día materia de variadas conjeturas respecto a la responsabilidad y derivó finalmente en el plan de Naciones Unidas para desmantelar el arsenal Sirio de armas químicas. Hay que destacar el estoicismo del gobierno Sirio para llevar adelante el plan frente al acecho terrorista.
La decisión de condicionar en forma más selectiva un ataque de esa naturaleza, con imprevisibles consecuencias para la región del Medio Oriente y el Asia Central, constituyó el despegue de un nuevo proceso de negociaciones en torno a los conflictos más trascendentales para la paz mundial, incluyendo la negociación mas abierta sobre el desarrollo nuclear en Irán.
Algunos conflictos son de carácter histórico como es la creación del estado Palestino. No obstante, la mayor parte de los actuales problemas críticos en política internacional que afectan a la paz mundial, responden a los “dividendos” post guerra fría que no se han resuelto entre las principales potencias como Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido.
Por otra parte, el año que concluye, continúa exhibiendo un regreso a la política de los alineamientos y la búsqueda de los equilibrios de poder.
Con el objeto de contener la hegemonía de las potencias tradicionales occidentales, las naciones con economías emergentes, y otras, convertidas en potencias de carácter mediano, como son los casos de India, Brasil, Irán, Nigeria, Sudáfrica, comienzan a explorar nuevas formas de asociación, integración, o alianzas.
Aun así, no se observa una voluntad mas efectiva en promover un sistema único de valores, o un criterio global de bien común. Los movimientos sociales masivos de décadas pasadas, con un foco específico en la paz y el desarme nuclear, se han diluido por la diversidad de temas que enfrenta la globalización.
Se confirma la falla central en la confianza de los estados en los organismos internacionales, sus instrumentos y su operatividad, donde el elemento principal es continuar creyendo que las relaciones internacionales estarán progresivamente menos supeditadas a la fuerza bélica. Existe un comercio y una economía global con indicadores en ocasiones rutilantes, no existe aún una paz y un orden global de seguridad, con sentido humano.
En el panorama mundial hay una tendencia a la tensión y a resolver los conflictos con posiciones de confrontación, con una guerra que cumple pronto tres años en Siria expresando el epicentro de la frustración y la incapacidad del orden institucional vigente.
Fuente: ARGENPRESS.Info