Por Thomas Sparrow
En el deporte más popular de Estados Unidos, el fútbol americano, no hay persona más poderosa que Roger Goodell.
De 55 años, Goodell es el comisionado de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) y por tanto preside no sólo esta pasión de multitudes, sino además un negocio que genera ingresos por unos US$9.000 millones al año.
Pero Goodell también es, en especial desde hace casi tres semanas, una de las figuras más controversiales del deporte.
Desde que el 8 de septiembre se conoció el video en el que el jugador de los Baltimore Ravens Ray Rice noqueó a su mujer en un ascensor, la NFL y su comisionado han sido fuertemente criticados por como han manejado este y otros casos de abuso doméstico en el fútbol americano.
Rice fue suspendido indefinidamente por la NFL, pero algunos consideraron que la reacción fue tardía, pues el hecho se conoció a principios de año tras la publicación de un primer video por el que sólo fue suspendido durante dos partidos.
A medida que la tormenta aumentaba, Goodell desapareció de la mirada pública, hasta que la semana pasada pidió perdón, anunció medidas para combatir el problema y reiteró que no piensa dar un paso al costado, a pesar de las crecientes peticiones para que lo haga.
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«Infortunadamente, en las últimas semanas hemos visto a la NFL haciendo muchas cosas mal», dijo. «Y eso empieza por mí».
Toda la carrera en la NFL
Goodell ha estado vinculado a la NFL toda su carrera y ocupa el puesto más importante de la liga desde 2006.
Hijo de Charles Goodell, un senador republicano de Nueva York que se opuso a la guerra en Vietnam y se ganó así el rechazo del presidente Richard Nixon, Goodell decidió desde muy temprano que quería trabajar en la NFL y, tras escribirles directamente los equipos pidiendo una oportunidad, aseguró un trabajo menor en la oficina de la liga en la Gran Manzana.
Lentamente fue ganando influencia, escaló posiciones e impresionó a los multimillonarios que controlan las franquicias de los equipos, hasta que vio su oportunidad de ascender al puesto mayor hace ocho años, cuando Paul Tagliabue renunció tras 17 años en el poder.
Muy pronto, sin embargo, comenzaron los problemas para el nuevo comisionado: sancionó a varios jugadores por conducta inapropiada fuera del terreno de juego y se enfrentó a un escándalo cuando los entrenadores de los New England Patriots intentaron grabar secretamente a sus oponentes. El caso se conoció como Spygate.
No son las únicas polémicas que ha enfrentado Goodell. En su periodo al frente de la NFL ha tenido disputas laborales con los árbitros, ha debido responder a las acusaciones sobre los riesgos de conmociones cerebrales entre los jugadores y ahora se enfrenta al caso de abuso doméstico que afecta a Rice y a otros futbolistas.
«Cantidades ilimitadas de dinero»
Esta última controversia ha llevado a distintas voces a pedir la dimisión de Goodell, incluso después de las disculpas públicas que dio en Nueva York.
Organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, exjugadores, fanáticos e incluso usuarios en redes sociales -con etiquetas como #GoodellMustGo- han abogado por que dé un paso al costado.
Sólo hay dos instituciones en este país con el poder de crear cantidades casi ilimitadas de dinero. Una es la Reserva Federal. La otra es la Liga Nacional de Fútbol.
Programa 60 Minutes, de la cadena CBS.
Pero Goodell desechó las críticas y prometió que pondría «la casa en orden». Una casa que, bajo su liderazgo, no deja de producir millones y le ayuda a obtener el respaldo de muchos de los magnates que son dueños de las franquicias.
«Sólo hay dos instituciones en este país con el poder de crear cantidades casi ilimitadas de dinero», aseguró el programa 60 Minutes, de la cadena CBS. «Una es la Reserva Federal. La otra es la Liga Nacional de Fútbol».
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Se estima que la liga produce unos US$9.000 millones al año y la meta del comisionado, según reportan los medios de comunicación especializados, es llegar a US$25.000 millones en 2027.
Esa, sin embargo, es una meta a muy largo plazo.
Por el momento, a Goodell le corresponde resolver los asuntos más inmediatos, los que no tienen que ver directamente con las riquezas de la liga sino con los problemas de abuso que están dañando su reputación como comisionado.
«Creo en la rendición de cuentas», concluyó en sus declaraciones recientes. «Entiendo los desafíos que tengo por delante y me responsabilizaré de cumplirlos».