Sonidos y colores

Por Teresa Gurza

Algunos animales como las aves y las ballenas, emiten sonidos preciosos; otros como Shuba, mi perra pastor alemán que sabía decir agua, son capaces de pronunciar algunas letras; y muchísimos más, como guacamayas, cardenales, tigres, leones, gatos, colibríes, iguanas, peces y ocelotes lucen maravillosos colores.

Y aunque los mecanismos de desarrollo de sus colores y diseños no han sido explicados totalmente por la Biología, la investigadora de la UNAM Lorena Caballero Coronado sostiene, que las manchas redondas de los leopardos, las rayas verticales de las cebras y los dibujos geométricos característicos de las serpientes, respetan patrones determinados.

Alumna del doctorado que imparte el investigador emérito del Instituto de Física de la UNAM Germinal Cocho Gil, Caballero fue entrevistada por el boletín de Vinculación con los Exalumnos de la UNAM, y afirmó que las células de pigmento siguen principios físicos fundamentales como la atracción-repulsión y la tensión-comprensión.

Sus hallazgos fueron publicados  en diciembre de 2012, en el Journal of Experimental Zoology, y son parte de su tesis de doctorado, en la que explica que las manchas de color son patrones que funcionan como las gotas de agua; y que como ellas, tienen fuerzas cohesivas que generan su estructura.

Y James Murray, matemático inglés y profesor emérito de las universidades de Oxford y de Washington califica sus estudios, como “una contribución muy importante y emocionante en el campo de la formación de patrones biológicos”.

También los mecanismos de largo alcance participan en el desarrollo de patrones y controles de tamaño; lo que hace posible, por ejemplo, que un hígado que se regenera, “sepa hasta dónde hacerlo”.

Aunque no se sabe en su totalidad cómo funcionan, se conoce que establecen límites entre una mancha y otra, o entre un color y otro.

Además de deleitar la vista con sus hermosos colores, los animales emiten sonidos.

Y empiezan a ser analizados científicamente, los ruidos que hacen perros, gatos y pájaros cuando se aproxima un temblor.

En China desde siempre se ha dado importancia a esas expresiones animales; y comprobaron una vez más sus razones para hacerlo en 1975, cuando funcionarios del gobierno de Haicheng, preocupados por los extraños e incesantes ladridos, maullidos y gorjeos producidos durante horas por cientos de animales, evacuaron la ciudad; y poco después, un terremoto de siete punto dos, destruyó el 90 por ciento de sus edificios y viviendas.

Pero por supuesto, que no siempre los sonidos animales son de alerta o miedo; hay muchos de placer.

Una vez que con Matías mi esposo viajábamos en barco por el sur de Chile, casi al llegar a la bella ciudad de Valdivia el capitán sugirió saliéramos a los balcones.

Y lo hicimos justo a tiempo de ver la emocionante forma como cada temporada los animales marinos que viven en Valdivia, reciben a sus amigas las ballenas.

Eran decenas de delfines y lobos de mar, que producían sonidos como de aplausos, seguidos de cantos con voz ronca y brincaban y se hundían frente a dos o tres ballenas; cuyos chorros de agua, casi bailaban fuera de la superficie del mar.

Hablando de ballenas, de acuerdo con una información del diario chileno La Tercera desde la década de los 60, los científicos que llegaban al Océano Antártico escuchaban un particular sonido que se repetía cada tres segundos; especialmente en invierno y primavera.

Con el tiempo descubrieron, que era semejante al que se oía en el mar de Weddell y en Australia Occidental; y como se ignoraba de donde procedía, lo bautizaron como «bio-duck” por ser muy semejante al graznido de los patos.

Pero hace pocos meses un equipo de investigadores instaló con otros fines, sensores en dos ballenas que viajaban en grupos de hasta 40 ejemplares; y descubrieron que ese particular sonido lo emiten las Minke (Balaenoptera bonaerensis); descubrimiento que publicaron en la revista Biology Letters.

Y aunque aún no se tiene claro para qué lo utilizan, este sonido puede ser útil a los investigadores para avanzar en el conocimiento de las migraciones de esta especie de ballenas; que es una de las que Japón cazaba impunemente en la Antártida, hasta que hace cinco años, Chile le prohibió hacerlo.

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