Venezuela y la salud de Chávez: la procesión va por fuera

Por Abraham Zamorano
Mientras en La Habana el presidente Hugo Chávez no termina de levantarse de una cama de hospital, en Venezuela la procesión va por fuera.
«Compleja», «delicada» y «no exenta de riesgos» son las expresiones con que el gobierno de Venezuela describe la situación de Chávez.
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La prensa está llena de lecturas, interpretaciones y especulaciones sobre quién, cuándo y en qué circunstancias el mandatario debería ser reemplazado.
La calle no puede sustraerse de ese debate. Pero mientras una parte del país aguarda con ansias un deselance que le podría significar un nuevo comienzo, para la otra simplemente no hay quien pueda ocupar su puesto.
Este grupo de fervientes partidiarios recibe con pocas fiestas y mucha oración las noticias provenientes de la capital cubana, que sin duda significan que su presidente, su líder, su inspiración, el «corazón del pueblo» (como rezaba el eslógan de su más reciente campaña presidencial) está luchando por su vida, tras haber pasado por su cuarta cirugía contra el cáncer hace tres semanas.
El propio vicepresidente Nicolás Maduro reconoció que las caras circunspectas de quienes informaban de la situación del mandatario obedecían a la enorme preocupación.
En los medios públicos no paran las odas al mandatario, sean propaganda o canciones. Y aunque Caracas vive unos días de respiro – las vacaciones la han dejado sin aglomeraciones ni prisas -, en los tradicionales bastiones chavistas la esperanza hace pulso con el pesimismo.
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Los chavistas no ocultan su tristeza. Se repiten las misas y las vigilias, y son pocos los que contienen las lágrimas.
Chávez es realmente la representación del pueblo venezolano en lo más bajo de las bases»
Manuel Antonio Díaz, seguidor de Chávez.
En la plaza Bolívar de Caracas, punto de encuentro habitual de chavistas que debaten desde proyectos concretos a conceptos del socialismo revolucionario, por primera vez hablan de continuar la revolución sin su máximo líder. Y en torno a esa idea están conjurados.
No en vano, fue el propio Chávez antes de partir para La Habana el que por primera vez contempló la posibilidad de no poder seguir al frente del país y, por eso, nombró al vicepresidente Nicolás Maduro su heredero político.
Pero algunos no se rinden y confían en que el presidente reaparecerá el día 10 de enero para tomar posesión de su nuevo mandato. Se aferran a que no sería la primera vez que los rumores lo daban por desahuciado y Chávez vuelve como si nada hubiera pasado.
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«Yo soy Chávez»
«Yo soy Chávez», dice uno de los últimos eslóganes de la maquinaria propagandística del presidente de Venezuela y «yo soy Chávez» repiten orgullosos sus partidarios.
«Porque Chávez somos todos (…). Chávez es amor y no odio (…). Chávez es un amigo, un camarada, un líder», le dice a BBC Mundo Manuel Antonio Díaz, residente del popular barrio del 23 de enero, «barrio combatiente», afirma.
 
La oposición siempre ha denunciado la cantidad de dinero que destina el gobierno a glorificar la imagen del «comandante».
Díaz es un buen ejemplo de la especial relación que tiene el carismático mandatario con sus seguidores, que va mucho más allá de la de un político al uso.
«Chávez es realmente la representación del pueblo venezolano en lo más bajo de las bases, es un camarada que ha padecido y sufre lo que han sufrido los camaradas de los barrios y las comunidades», le dice a BBC Mundo.
En la plaza, basta una cámara para que se forme el corro y lluevan los voluntarios para defender a Chávez como el artífice de la superación de casi todas sus miserias y padecimientos.
Eso, pese a que son pocos los que afirman que han sido beneficiados por alguna medida concreta.
«¡Viva Chávez! ¡Viva Chávez! ¡Y viva Chávez!», exclama Amado Fuentes, un pensionista que habla del presidente como «una bendición».
«Chávez no es Chávez, Chávez somos todos. La mayoría de nosotros, no solamente en Venezuela, sino Latinoamérica y el mundo, somos chavistas», aseguró.
Propaganda
El tratamiento casi mesiánico que recibe el presidente en la propaganda institucional y en los medios de comunicación públicos ha llevado a muchos analistas a comparar al presidente con un líder religioso.
En esa línea, se expresó el colombiano Alberto Franco quien, según él, vino a Venezuela para ayudar al chavismo: «En el mundo existen dos políticas, la izquierda que es de Dios y la derecha que es del diablo».
Estamos preocupados y esperamos que Dios lo salve porque él es el hombre que llevará este barco a puerto fino»
Héctor Ramírez, simpatizante de Hugo Chávez.
«Y Chávez representa a la izquierda, incluso mundialmente porque ahorita mismo el único líder mundial de la izquierda es Chávez», asegura, en conversación con BBC Mundo.
Con un discurso cargado de Teología de la Liberación, los críticos tildan al chavismo casi de secta: «Primero Dios y después mi comandante» es uno de los lemas de la publicidad de la Gran Misión Vivienda, un programa de reparto de casas a los más necesitados, bandera de su política social de los últimos años.
En la oposición denuncian las enormes cantidades que destina el gobierno a glorificar casi en exclusiva la imagen del «comandante».
De lo que no cabe duda es de que funciona. Para comprobarlo basta preguntarle a cualquier chavista por males que azotan el país, como la inseguridad. La respuesta es casi siempre echarle la culpa a quienes rodean al presidente, nunca a él mismo.
Pero, tanto fervor levanta entre sus partidarios como profundos desprecios entre sus detractores. La proporción, a juzgar por los dos últimos procesos electorales, debe rondar un 55-45.
Los simpatizantes opositores hablan en términos de un presidente caudillista que ha divido el país, cooptado todas las instituciones públicas, acabado con la separación de poderes y hasta ciertas libertades públicas como la de expresión.
También hablan de redes de corrupción y de una política que no es social, sino que fomenta ciudadanos mantenidos. «No enseñan a pescar, reparten peces, y eso no se puede sostener», le dijo a BBC Mundo una votante opositora.
Se resquebraja el tabú
Conjurados alrededor de la continuidad del proyecto de socialismo bolivariano impulsado por Chávez, sus partidarios también parecen vivir una especie de negación de la realidad.
«No está enfermo, se está recuperando», le dice a BBC Mundo Rafael Galván, simpatizante chavista, quien estaba seguro de que regresará a tiempo de tomar posesión del nuevo periodo el próximo día 10 de enero, como exige la Constitución.
Para Galván, si una vez tome posesión necesita más descanso «pues que se vuelva a marchar y se tome su tiempo».
Pese a las afirmaciones de este ciudadano, también comienzan a aparecer grietas en el tabú que hasta ahora era hablar de la posibilidad de que el fin del presidente pueda estar cerca.
«Estamos preocupados y esperamos que Dios lo salve porque él es el hombre que llevará este barco a puerto fino. Pero él tiró la línea y es Nicolás Maduro», le dice a BBC Mundo Héctor Ramírez.
Fuente: BBC Mundo

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