Adelantándose a las pandemias

Macron (izq.) estrecha manos con el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Por Teresa Gurza

Quien más quien menos, todos hemos pasado año y medio confinados, aislados o en rigurosas cuarentenas, sin saber bien a bien qué hacer y con los chats y correos inundados de mensajes, muchas veces contradictorios, sobre el COVID-19, su contagio, las mejores vacunas, y las nuevas cepas que han ido apareciendo.

Lo que erróneamente nos hizo pensar, éramos expertos en epidemias.

Resulta por eso un alivio, saber que habrá una Academia Mundial de la Salud para adelantarse a nuevas pandemias y evitar la desinformación.

El anuncio fue hecho por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la inauguración de la 74 asamblea de la OMS a fines de este mayo.

Su sede será la ciudad de Lyon y Francia aportará 120 millones de euros para convertirla en “referente mundial”, en la formación de responsables médicos y de la sociedad civil para luchar contra la desinformación, colocando datos científicos a disposición de la opinión pública internacional.

Macron explicó que la pandemia ha mostrado la necesidad de contar con instituciones fuertes y que la OMS «brújula de la salud mundial», debe reaccionar de manera ágil y activar misiones en cuanto aparezcan los primeros síntomas de una epidemia “para investigar en todos los territorios involucrados, mostrando solidez en la polémica y transparencia para inspirar confianza.”

Se busca con eso, mitigar la influencia de falsedades que han influido negativamente en las decisiones de la gente y perjudicado el combate global contra el coronavirus.

Y la OMS demandó un esfuerzo global, para que el 10 por ciento de los habitantes de cada país estén vacunados antes del próximo septiembre.

En México se ha vacunado apenas, al 15 por ciento de la población y seguimos sufriendo las consecuencias de las irresponsables mentiras del presidente López Obrador, que sucesivamente dijo que el coronavirus no llegaría, era menos grave que un catarro, los cubrebocas no sirven y no es necesario usarlos y lo mejor no era aislarse, sino salir a comer a fondas y repartir abrazos y besos.

Y como si no hubiera estudiado medicina, lo secundó su subsecretario de salud encargado de la pandemia Hugo López Gatell, impidiendo la toma de decisiones comunitarias y personales, decisivas para contener el virus.

Posición criminal la de ese tipejo -que ahora dice que los padres de niños con cáncer que protestan porque no hay medicamentos para sus hijos “tienen intenciones golpistas”- y que incrementó en cientos de miles el número de infectados, que pasa los dos millones 506 mil con más de 233 mil fallecidos; cifras oficiales que no reflejan la realidad y según expertos deben multiplicarse por tres.

Y como la ONU advirtió que en los próximos años habrá más pandemias, muchas instituciones buscan adelantarse.

Entre ellas, la Universidad de Chile; que aprobó una investigación de siete años y un millón de dólares de financiamiento, para estudiar junto al Saint Jude Children’s Research Hospital de Estados Unidos, la circulación de virus en granjas de patios, educativas, y de producción intensiva.

Y precisamente sobre las pandemias del porvenir, escribió el 24 de mayo en Reforma, Julián Ventura, diplomático mexicano y ex subsecretario de Relaciones Exteriores.

Advirtió que las experiencias derivadas de brotes anteriores, como el de la influenza H1N1 en 2009-2010, “no se tradujeron en mayores capacidades para actuar oportunamente”.

Sintetizó el informe del panel encabezado por la ex primera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark y la ex presidenta de Liberia Ellen Johnson-Sirleaf, con la misión de detectar fallas y aciertos de OMS y gobiernos y que concluyó alertando, “que el sistema multilateral de salud no está preparado para enfrentar la próxima pandemia”.

Y para que la OMS pueda contar con más recursos y autonomía recomendó, “cambios revolucionarios” y la creación de un sistema de vigilancia y alerta para publicar información sin autorización de los gobiernos y realizar inspecciones sin tener que enfrentar trabas burocráticas y migratorias, como ha ocurrido.

Y de un organismo de atención a pandemias, dotado de 10 mil millones de dólares, y cuya asignación y supervisión estaría a cargo de un Consejo Mundial de Amenazas Sanitarias, formado por jefes de Estado y de Gobierno y que constituya una plataforma global de acceso a vacunas, tratamientos e insumos médicos.

Porque los costos de no tenerlo están a la vista: más de 3 millones y medio de muertos; 120 millones de personas que cayeron en pobreza extrema; retroceso en educación y economía; aumento de la desconfianza en los liderazgos políticos y de la desigualdad en todos los países, independientemente de su grado de desarrollo.

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