De Ripley…

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Por Teresa Gurza 

Para estar a tono con la Semana Santa, los poderosos mexicanos se lavan las manos; y como si fueran protagonistas de la canción “yo no fui fue Teté”, se culpan unos a otros de lo que sucede.

Mancera culpa a Eruviel de la contaminación; Eruviel lo culpa de echar la basura de la CDMX en su entidad; Graco se frota las manos por los dos millones diarios que pensó le llegarían, pero con el apretón de manos entre Eruviel y Mancera la basura regresó al Estado de México.

La Procuraduría culpa a Kate sin que sepamos bien de qué; Kate pide perdón y culpa a Penn; y echando demasiada crema a sus tacos, dice que la culpan para tapar culpas políticas.

El mandamás del Consejo Coordinador Empresarial, culpa al gobierno de corrupto; Peña Nieto responde que la IP también lo es; y los dos culpan a los mexicanos de corrupción generalizada.

Y el rey de la misma, Humberto Moreira, culpa a los medios de difamarlo y manchar su honor.

De Ripley…

Es también de Ripley, que Peña Nieto no culpe a los publicistas que lo timaron asegurándole que gastando 20 mil millones de pesos en dos años, mejoraría su imagen pública.

Y lo es, que no exijamos acabar con esos despilfarros y los privilegios de expresidentes, funcionarios, legisladores, consejeros, jueces y asesores, que disfrutan sin culpa de lo que debiera destinarse a mejorar las vidas de los más pobres.

Hasta los millonarios se dan cuenta que sin reformas tributarias que incrementen impuestos poco puede hacerse; por eso, los 40 más ricos de Nueva York pidieron al gobernador Andrew Cuomo que les cobre más impuestos y use ese dinero para aliviar la pobreza, sobre todo infantil, y restaurar la debilitada infraestructura.

Pero acá los que pueden transformar las cosas se hacen los sordos, a pesar de que la Cepal afirmó esta semana que mientras el resto de los gobiernos de América Latina lograron reducir los niveles de indigencia, en México la pobreza creció en solo dos años, casi el tres por ciento.

Y eso que todavía no se depreciaba el peso frente al dólar, en el porcentaje actual.

Está ya clarísimo que nuestros gobernantes son incapaces de políticas que beneficien a la mayoría; y que la corrupción se lleva lo que es necesario para sacar de la pobreza a más de la mitad de los mexicanos.

Y como la corrupción es contagiosa, y la impunidad la favorece, cuando llegan al poder se extiende a todos.

Acabo de leer en el Correo del Sur de la Jornada Morelos, fundado por nuestro querido Fito, una entrevista que el periodista Luiz Maklof Carvalho hace a Olivo Dutra, ex gobernador de Rio Grande do Sul, ex ministro del Trabajo, y uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores que llevó al poder a Lula y a Dilma Rousseff.

Dutra dice que el origen de los actuales conflictos que ambos enfrentan, está en la pérdida de identidad sufrida por el PT cuando llegó al gobierno.

“Quien cambió no fueron los adversarios, fuimos nosotros y para peor” explica; y agrega que como partido gobernante, el PT no innovó sino que se fue asimilando Y JUSTIFICANDO TODO.

Tal como ha sucedido en México con los partidos opositores.

Concluye Dutra señalando que actuando erróneamente, el poder pasa a ser toma y daca; “y nosotros no sacudimos esa estructura, no hicimos una reforma política seria, ni una reforma tributaria, ni una reforma agraria, ni reforma urbana… y continuamos dado exenciones tributarias a los grupos poderosos. Hicimos mucho pero dejamos mucho por hacer…”

Tiene razón; eso es precisamente, lo que les ha pasado a los gobiernos del PAN y del PRD: en cuanto ganaron posiciones se asimilaron, perdieron su identidad, abusaron igual o más que el PRI y copiaron sus peores vicios.

Pero el colmo es que como hay muchos intereses creados, en esos partidos sean pocos los que lo asuman.

Y más inconcebible aún, que sabiendo lo que se hizo y deshizo en el sexenio de su marido, haya personas que piensen votar por Margarita Zavala; quien pretende que ignoró todo y quiere disfrazarse de “independiente”; que es justamente, lo que no es, ha sido, ni será nunca.

Por todo lo anterior, concuerdo con el colega Carlos Ravelo; que en una reciente columna cita a Bernard Shaw: “A los pañales de los bebés y a los políticos, hay que cambiarlos con frecuencia… por lo mismo”

 

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