Por Elmer Palma
Apreciados amigos. Déjenme decirles que los admiro por la valentía que han tenido en sus intentos de participar en la política salvadoreña y querer representar a la diáspora. Yo sé que los resultados no fueron los esperados en las primarias pasadas [19 de julio], y les quiero decir por qué.

Primero, repito lo que ya les he dicho en persona; la política en El salvador no es para gente buena, honrada, ni mucho menos trabajadora. La política en El Salvador es para gente altamente astuta y estrategas. Es tan agresiva, que yo la comparo con un hoyo negro, de esos que solo Einstein pudo ver en su imaginación y resultaron reales en el Universo. Los hoyos negros se alimentan de estrellas y las devoran como motas de polvo. Ustedes quisieron ser estrellas, y se los comieron vivos los hoyos negros. Pero así están formadas las galaxias, según hemos visto a través del ya veterano telescopio Hubble.

Pero saquemos lo bueno de todo esto, aprendamos y heredemos estas experiencias a futuros participantes de la Diáspora en la pequeñísima galaxia salvadoreña. Ya vimos que participar no requiere solo tener dinero, ni tampoco irse a vivir a El Salvador. Requiere más que eso, y un día alguien lo va a saber usar si ustedes transmiten estas experiencias. El error de ustedes fue el ego. Ese yo y solo yo me lo merezco. El “San Vergón” no es aplicable en política, ahí empieza la derrota.
Estos son los cuatro ingredientes que se necesitan y que ustedes no tuvieron. Y si tuvieron uno, no tuvieron los otros tres y sin los cuatro, no se puede ser político como ecuación exponencial al cuadrado. Los partidos les llaman “cuadros políticos” a cada candidato que cumpla las cuatro condiciones.

INGREDIENTE 1: DINERO Y MUCHO DINERO. El dinero es la sangre en la política. Sin una enorme inversión no se logra entrar ni siquiera a la candidatura; luego más dinero para la campaña y compra de voluntades. Y aquellos que ya ganaron un puesto y dicen que no han invertido, mienten. No siempre se ve de donde los participantes sacan enormes cantidades y mucho menos se ve como los gastan. Pero sucede. Hay transferencias enormes que se hacen en salones sin ventanas y sin teléfonos. La participación se compra, no se gana. En el ambiente politico salvadoreño se llama, “ derecho de piso”. Si no traes dinero, no eres “caballito de batalla” para la familia dueña del partido.
INGREDIENTE 2: FAMA. Este ingrediente lleva años construirlo y no te lo puede prestar ni regalar nadie. Hay de la buena y hay de la mala. Por cierto, esta no se construye con dinero. La gente tiene que conocerte por algo. Y el partido con el que corres tiene que saber esa fama que tienes o reconocimiento popular; de lo contrario no te venden el derecho de piso, y para eso necesitas el ingrediente uno, mucho dinero. Claro, existen oportunidades de participar que no cuestan nada ni tienes que ser famoso, los partidos les llaman “Puestos de relleno”. Estos casi siempre son para gente que hace pinta y pega en los postes. Y para no hacerlos sentir mal, les dicen que “han sudado la camiseta”. Pero tienen que firmar una declaración jurada donde dicen que no harán campaña personal. Pueden buscar fondos para invertirlos en los caballitos de batalla, y les recuerdan que su participación es un relleno no un cuadro político.

INGREDIENTE 3: RETÓRICA. Esta parte es muy natural y es parte de la personalidad. Se puede estudiar para ello o contratar un especialista en retórica. Es una mezcla de entre saber mentir y tener conocimiento de causa. Es también saber de política y saber decir lo que la gente quiere oír, no lo que tu quieres hacer o piensas hacer. Tampoco es decir la verdad ni ofrecer cosas o hacer regalías. Es saber construir mil puentes en el aire con palabras elocuentes y rebuscadas aunque sepas que nunca vas a construir ni siquiera uno de verdad. El éxito del payaso es la elocuencia con la que habla y cuenta chistes. El arte del engaño es retórica pura y tiene que tener mucha originalidad.

INGREDIENTE 4: SUERTE. Puedes tener dinero, puedes tener fama, puedes tener retórica. Pero si no estás en el momento correcto, en el lugar correcto y con la gente correcta, nunca llegarás a ser un cuadro político. Podrás llegar a ser Relleno, pero nunca caballito de batalla. Para terminar. Ser político es un arte, no un capricho. Y ese arte se desarrolla con tiempo, con dedicación y mucho cuidado. Por que así como te puede hacer millonario, también te puede hacer pobre. Sigan bailando y hagan la clave.