Peticiones y propósitos

Por Teresa Gurza.

Esta navidad que recién pasó, le pedí al Niño Dios que México siga siendo un Estado laico.

Le rogué que entre sus buenos propósitos para el año que va a empezar, no olvide el de liberarnos de todos los que pretenden eliminar el laicismo en nuestra sociedad.

Que no permita que pueda omitirse esa característica fundamental de nuestra historia como país y que nos marca como Nación; y que hoy anda tan a mal traer por culpa de los panistas y sus comparsas.

Y por si no lo sabía le conté, que en los diez años que llevan gobernando, los panistas han causado desgracias atroces; entre otras, más de 40 millones de pobres y 51 bebés quemados vivos.

Que han sido promotores de la vergonzosa caída del prestigio mexicano a nivel internacional; y de la pérdida de competitividad mundial y de liderazgo en América Latina.

Que han permitido escandalosos aumentos en los precios de alimentos y gasolinas; y han destruido sindicatos y cerrado fuentes de empleo, con las consiguientes secuelas de frustración, depresión y violencia al interior de las familias.

Y que han logrado que México tenga uno de los mayores índices mundiales en pobreza; y en asesinatos de periodistas, 13 sólo en este año.

Y aunque me daba yo bien cuenta de que eran muchas y muy difíciles mis peticiones, ya entrada en gastos le pedí también que nos ayude a liberarnos de candidatos a la presidencia como Peña Nieto.

Le expliqué que no queremos gobernantes que debiendo dar ejemplo en cumplir las leyes, arman shows para violarlas; como lo hizo Peña Nieto con su visita gubernamental al Vaticano.

Que tampoco queremos seres tan tontos como para creer que en medio de esa multitud ruidosa, el Papa estaba entendiendo que le decía que quiere casarse…ni tan narcisistas como para imaginar que ese tema tiene interés para alguien fuera de los novios y sus familias.

A menos claro, que lo que pretendiera fuera otra cosa; como erosionar más el laicismo sin el cual el actual Estado Mexicano no podría existir, como bien lo señaló Adolfo Sánchez Rebolledo en su artículo del jueves pasado en La Jornada.

En el que agregó que la faramalla del Vaticano, fue “un acto calculado para fijar una postura de cara al ya no tan lejano 2012, en un lugar inusual y ante un auditorio insospechado”.

Y es que lo sucedido ahí, permite ver lo que Peña Nieto es realmente; la autoadoración que lo obsesiona, y el nivel de servilismo de los monseñores que lo acompañaron en la ceremonia.

Amén de tonto y narcisista, Peña Nieto resultó mentiroso y ridículo.

Afirmó que el Papa Benedicto XVI, fue el primero en saber que se quería casar; lo que es falso; porque antes lo supo, todo el que quiso enterarse.

Lo segundo porque pretendió hacernos creer que un acto cotidiano de culto, que forma parte del trabajo normal de un papa, fue algo extraordinario que se realizó sólo para él: “Su Santidad,– dijo–, fue muy generoso y nos dio la bendición”…como si no lo hiciera cada ocho días con todo el que asiste a esas ceremonias.

Más seriedad gobernador; que su vida aunque a veces lo parezca, no es telenovela ni los mexicanos su público.

Si quiere placearse hágalo, pero sin aspirar a la presidencia; porque después del numerito que se aventó, ¿piensa usted que vamos a creerle que va a respetar las leyes que nos hemos dado y que lo obligan a separar lo cívico de lo religioso.

Por eso será mejor que no desperdicie su tiempo, y se aleje de la política; así podrá dedicar mayor empeño a la promoción religiosa.

Y chance y hasta sus cuates obispos, los que integraron la comitiva que lo acompañó a Roma y que encabezó el nuncio Christophe Pierre pasando por Onésimo Cepeda y terminando con ese representante papal de tan gris memoria que es Jerónimo Prigione, lo ayuden y pueda llegar a cardenal; y ahí sí que no diremos nada, porque con tanto brinco y caravana lo tiene muy merecido.

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