¿Quién dice que no hubo genocidio? — Juicio del dictador de Guatemala

Por Mary Jo McConahay
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CIUDAD DE GUATEMALA- Cuando el juez llamó su nombre, Tiburcio Utuy, con 70 años de edad, vestido con una chaqueta de nylon amarillo y con aspecto determinado, entró por las altas puertas de madera para enfrentar al dictador de Guatemala: el general José Efraín Ríos Montt, acusado de genocidio. A escala global, el proceso es histórico, la primera vez que un ex jefe de Estado sea sometido a juicio por el delito flagrante en frente de tribunales nacionales en donde el hecho occurió, en vez de un tribunal internacional. En la escala de la vida de Tiburcio Utuy, un productor de maíz Maya, el día era de suma importancia, tal que habló sin parar por una hora.
 
«¿Quién dice que no hubo genocidio?», preguntó Utuy al tribunal. Se refería a la evaluación de Ríos Montt frequentemente citado por Pres. Otto Pérez, quien fué comandante de la base en la zona montañosa conocida como el Triángulo Ixil, donde viven indígenas mayas donde los fiscales dicen que el genocidio se llevó a cabo. Ubicada horas por carretera desde la capital, la región era considerada el hogar de un «enemigo interno», Mayas que apoyaron a las guerrillas izquierdistas, según un documento de planificación militar.
 
«Los zapatos y los cinturónes se montaban dos metros de alto y de ancho, se podían ver los restos de las personas que habían muerto allí», dijo Utuy, describiendo una habitación al lado de una iglesia católica en la localidad de Sacapulas, apropiados por los soldados como cámara de tortura y volcado de cuerpos, donde Utuy dijo que estuvo preso en 1982. «Ellos me ataron y me dejaron sentado en la sangre.»
 
Después de cuatro semanas de testimonios, en el 18 de abril un juez de un tribunal independiente accedió a la petición de la defensa para anular el juicio basado en un tecnicismo. Se espera que habrá una apelación. «Ustedes se están burlando de los testigos», dijo un fiscal en una pequeña sala llena de gente, ante una multitud de prensa y los ojos silenciosos de los Maya, algunos ancianos.
 
«Las víctimas son los acusados», respondió la defensa.
 
La decisión enturbia el enjuiciamiento inmediato de los delitos de genocidio, pero ya no se puede olvidar la información que ha inundado el país. Una docena de antropólogos forenses han informado sobre exhumaciones que indican las muertes violentas de niños y decapitaciones masivas. Un geógrafo dió testimonio de la desintegración de la cultura Maya Ixil entre los miles de personas que huían del ejército hacia áreas silvestres, donde comían hierba y vieron morir de hambre a sus ancianos, o rezagiaron hacia campos de refugiados en México. Expertos testificaron sobre los planes militares, la historia del racismo en Guatemala y el análisis estadístico utilizado para determinar el número de muertos.
 
Sin embargo, ha sido el testimonio de los testigos, como Tiburcio Utuy, que ha resonado a través del juicio. Los fiscales deben probar la intención de Rios de eliminar a las personas debido a su pertenencia a un grupo en particular, los Ixil Maya, con el fin de traer a un veredicto de culpabilidad. Sin embargo, es probable que los refranes de sufrimiento y brutalidad narrados por más de cien voces resuenen en la memoria del público, sin importar la decisión sobre la acusación de genocidio contra el general y el otro acusado, el jefe de inteligencia Mauricio Rodríguez Sánchez.
 
«Alcanzaron a la mujer, la golpearon en la cabeza con un machete y la arrastraron como un perro», dijo Utuy de una escena que vio mientras se ocultaba de los soldados. Los expertos han declarado que el racismo hacia la mayoría indígena fue clave para los masacres en los pueblos mayas, que se llevaron a cabo en el contexto de la contrainsurgencia contra los rebeldes izquierdistas, una fuerza relativamente pequeña. Muchos recordaron la experiencia en términos refiriendose a los animales. «Al igual que los pollos huyen de los halcones, eso es lo que hicieron con nosotros. ¿Por qué, si somos seres humanos? «, Dijo la testiga Maria Cedillo.
 
Diez mujeres que testificaron acerca de la violencia sexual se les permitiéron cubrir sus cabezas, oscureciendo parcialmente su identidad. Usaron estolas tejidas tradicionales para ocultar sus rostros, invocando imágenes bíblicas de leprosos.
 
Unas doscientas mil personas murieron en treinta y seis años de conflicto que terminaron en 1996, en su mayoría civiles a manos del gobierno, de acuerdo con una Comisión de la Verdad patrocinada por las Naciones Unidas en Guatemala. El gobierno de Estados Unidos apoyó Ríos Montt, con asistencia militar y la aprobación personal del Pres. Ronald Reagan, quien admiraba públicamente al anti-comunismo de y visitó la Ciudad de Guatemala para declarar el general estaba recibiendo «una mala fama.»
 
«Les digo a ustedes los jueces, que no estoy mintiendo», dijo Utuy. «¿Qué culpa tenía el bebé tiene todavía en el vientre de su madre?» Los testigos declararon que los soldados atacaron a las mujeres embarazadas. «Vi esto», dijo Utuy. Los soldados quemaron casas regularmente, con el aparente intento de borrar indicamiéntos de poblados permanentes. Cuando una casa de barro en su pueblo resistió a la destrucción por el fuego, dijo Utuy, los soldados mataron a los que estaban dentro, acumularon ropa, bolsas y mantas sobre los muertos e incendiaron el montón.
 
En un momento durante el procedimiento, por la mayor parte sombrio, Utuy sorprendió al publico mientras se ponía de pie. “No estoy mintiendo, mira, aquí están mis cicatrices «, dijo, levantando su camisa y bajando su cinturón.
 
Los jueces, dos mujeres y un hombre, miraron hacia abajo desde el estrado. Según Utuy, los soldados habían atado juntos sus pies y cabeza para exponer su estómago durante la tortura.
 
«‘¡Ay, qué dolor!’, Le dije. Qué sufrimiento que sentí en ese momento en el que mis tripas cayeron al suelo», dijo. Él mismo los reemplazó con sus manos, dijo Utuy.
 
Algunos testigos no han podido relacionar su experiencia sin vacilar la voz, mientras que otros respondiéron brevemente. Tiburcio Utuy no era exuberante, pero no iba a dejar que su día en la corte pasara sin expresión efusivo.
 
«Lo que yo viví, el sufrimiento que sentí, lo que el ejército me hizo, se lo digo a todo el mundo», concluyó.
 
ACTUALIZACIÓN: Se nos informa que el juicio de genocidio del ex dictador Ríos Montt ha sido suspendido tras la intervención del presidente de Guatemala, General Otto Pérez Molina.
 
Mary Jo McConahay ha informado desde Centroamérica para numerosas publicaciones. Ella es la autora de “Maya Roads, One Woman’s Journey Among the People of the Rainforest
New America Media, News Report,
 

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