Réquiem para un grande

Por Octavio Quintero
Chávez ya era una marca de cambio en Latinoamérica, y particularmente en Centro y Suramérica. Quizás, su muerte conlleve mayores dificultades a la consolidación de unos ‘antejardines’ latinoamericanos, en oposición a la idea de “patio trasero” que se tiene de estos en el ámbito gubernamental y político de Estados Unidos.
Chávez era en el presente, después del Che y de Castro, el revolucionario más reconocido mundialmente; y aunque no tenía ese lenguaje propio de los eruditos de izquierda, con su verbo de pueblo y plaza, movilizó una masa crítica en Venezuela, que lo mantuvo en el poder hasta su muerte, y terminó rodeado de casi todos sus homólogos suramericanos que le blindaron de los constantes intentos del Imperio por sacarlo de juego, incluyendo el fallido golpe de Estado en el 2002.
Porque los hombres pasan y las instituciones quedan, es por lo que “muerto el Rey, viva Chávez”, pudiera parodiarse en este momento de tristeza política que invade la ideología del Socialismo Siglo XXI.
¿Qué queda de Chávez?: ¡Mucho! De entrada, todo un país (Venezuela) y una escuela, su Revolución Bolivariana. Eso no ofrece duda. Pero, la pregunta más crítica es: ¿Podrá su pupilo Maduro sostener la Espada de Bolívar enhiesta que le deja Chávez?
Pudiera aventurarse la idea de que Maduro, intelectual y doctrinariamente, parece superior a Chávez. Pero es que en estos fenómenos revolucionarios, frecuentemente priman más los carismas que las ideas. Es por lo que, lo primero que destaca en un líder de alta jerarquía es su carisma, y si a eso le agrega inteligencia, resulta imparable: Bolívar, en el antes; el che y Castro en el después, sin demeritar tantos y tantos otros políticos que han brillado en el cielo latinoamericano en el último siglo y medio, entre quienes, imperdonable resultaría no mencionar nuestro sacrificado Gaitán colombiano.
La Revolución Bolivariana de Chávez ha quedado en las manos de Maduro y, por encima de todo, en las manos de un pueblo venezolano y de unos dirigentes suramericanos (Correa, en Ecuador, y Mujica en Uruguay, por ejemplo).
Ojalá no pierdan el paso y compás de la marcha triunfal que siempre alegre y altanero llevó hasta la tumba el insigne desaparecido.
Fuente: ARGENPRESS.Info
 

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