La tumba del mítico rey Herodes ha reabierto en Israel el viejo debate sobre si los restos de la antigüedad deben ser reconstruidos con fines turísticos o, por el contrario, preservados en las condiciones en las que fueron hallados como testimonio de la historia.
La polémica la ha desatado un plan de la Autoridad Nacional de Parques y Reservas Naturales de Israel y del Consejo Regional del asentamiento de Gush Etzión para reconstruir la tumba del histórico monarca de Judea, que se encuentra actualmente en territorio palestino ocupado.
El proyecto consiste en la recuperación del mausoleo que hace dos mil años se alzaba sobre el lugar de reposo de Herodes el Grande (73 a.C.-4.d.C.), en un yacimiento arqueológico conocido como Herodión.
«Hay mucha gente que no entiende la fuerza que tuvo la civilización antigua, la gente no tiene la capacidad de imaginar lo que había cuando ve un montón de piedras y mucho menos una torre de 15 o 20 metros. Yo creo que les podemos ofrecer esa visión», dijo a Efe Shaul Goldstein, uno de sus promotores.
Goldstein, jefe de la Dirección de Parques y Reservas Naturales de Israel, quiere recrear la tumba a su tamaño original de 25 metros de alto con materiales -dice- «desarmables», en lugar de la tradicional piedra beige típica de Jerusalén que se empleó hace dos milenios y hoy visible en la mayoría de los edificios de la ciudad. «Sería de yeso y metal, desmontable en un solo día», dice al defender el proyecto, objeto de duras críticas por los arqueólogos.
Uno de ellos, Haim Goldfus, de la Universidad Ben Gurión del Negev, ha apelado la decisión al considerarlo «improcedente», porque la reconstrucción, «por muy fehaciente que se haga, sólo distraerá al visitante de lo verdaderamente auténtico». «La pregunta de preservar o reconstruir no tiene una respuesta clara e indiscutible entre todos los arqueólogos, pero en el caso particular del Herodión creo que hay suficientes restos como para no agregarle cosas», abunda.
La polémica ha llevado a la creación de una comisión de expertos que se reunirá en mayo para estudiar todos los argumentos, y sólo entonces la Dirección de Parques resolverá si la tumba, así como la gran piscina a sus pies y la fortaleza a sus espaldas, serán convertidos en un centro turístico e incorporado al itinerario de las grandes construcciones del monarca.
Herodes, que reinó del 37 a.C. hasta su muerte, fue uno de los principales arquitectos de la región. Grandes palacios como el de Masada, ciudades como la de Cesarea Marítima, monumentos y centros públicos son algunos de las iniciativas que sacó adelante junto a su obra maestra: el segundo templo de Jerusalén, que amplió y embelleció con una suntuosidad digna de la gran Roma y la única intención de ganarse el favor de unos súbditos que le veían como extranjero.
La reconstrucción del mausoleo que ordenó para sí mismo se inspirará en el diseño del arqueólogo israelí Ehud Netzer, su descubridor hace cinco años y quien, paradójicamente, murió en el mismo lugar en 2010 al caer por una barandilla. La imponente tumba se alzaba sobre la ladera de la fortaleza y tenía un tejado cónico, tal y como refleja una reconstrucción en «miniatura» (4 metros) que ha sido emplazada en el lugar en enero último.
Goldfus recuerda que esta técnica ilustrativa se usa en numerosos yacimientos en Israel para dar una idea al visitante del aspecto de la zona y nunca se había planteado la reconstrucción o recreación a escala 1:1.
«Es cierto que nunca se ha hecho pero no es que ahora vayamos a hacer una réplica permanente del mausoleo ni a prohibir a los arqueólogos seguir investigando», apela Goldstein, cuyo propósito declarado es alentar el turismo a una comarca de la que fue alcalde y que Israel aspira a anexionarse en un futuro acuerdo de paz con los palestinos.
Los arqueólogos creen por el contrario que el Herodión ya es «suficientemente impresionante» y no necesita de recreaciones ni ayudas para convencer al turista de su grandeza. A la disputa se ha sumado también el investigador Gideon Foerster, compañero de pala de Netzer y quien advierte en declaraciones al diario Haaretz que las conclusiones sobre la apariencia física del monumento aún no son definitivas.
Los dos arqueólogos traen también al debate el crucial factor que que algunos de sus colegas aún ponen en tela de juicio la ubicación exacta de la tumba del monarca, un detalle que no parece molestar al grupo que alienta el proyecto, y para quienes la reconstrucción «aproximada» no causa ningún «daño a los hallazgos» arqueológicos ni «deforma la historia».
Fuente: Revista Fuerza Latina