El árbol de la vida

Por Norton Robledo

 

Siempre hay un origen para todo.

La oscuridad, la nada,

fue un comienzo.

La transformación,

la prolongación de todo

ya es un milagro.

Siempre hay un principio

una primera vez.

Barro,

hombre,

mujer,

árbol,

fruta,

tentación perpetuada

a través del tiempo.

La ira, una sentencia,

un castigo inclemente.

Expulsión,

éxodo a tierras sin almas

y sin nombres.

Exilio obligado, repetido

en todos los espacios y tiempos.

Andamos, andamos y andamos.

Sudor, ríos germinando,

océanos de lágrimas diseminadas

por los caminos de la vida.

Andar y andar,

andar tras los pasos perdidos.

Almas errantes

prolongadas en el éxodo infinito.

Andar y andar en busca

del paraíso perdido,

escondido detrás

del polvo de los caminos.

Volver a los comienzos de la nada.

Volver a los orígenes

donde nada ha terminado.

Remece el árbol de la vida,

ese que quedó abandonado

en un rincón

del Edén milenario.

 

Del proyecto de poemario El árbol de la vida

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