México: Del narcotráfico al narcomenudeo

Por Eduardo Ibarra Aguirre
La más reciente tesis de Felipe Calderón para justificar su costosísima estrategia resumida en la expresión Guerra contra el narcotráfico, que empleó y sobre todo publicitó en los primeros cinco años de su muy impugnado mandato y ahora no sólo niega sino la explica como derivada de una equivocada percepción de la sociedad, originada a su vez por un problema de comunicación gubernamental, con un gasto multimillonario por cierto, consiste en que “Pasamos del narcotráfico al menudeo”.
El enunciado textual del becario de Harvard y pensionado de lujo a cargo de los bolsillos de los causantes mexicanos, incluido más de un centenar de elementos del Estado Mayor Presidencial para cuidarlo y servirle a él y su familia, es el siguiente:
“El negocio tradicional de los criminales era el narcotráfico, cuando México comenzó a ser un negocio importante de venta de drogas, el comercio al por menor se incrementó. Pasamos del narcotráfico al narcomenudeo”. Para él “el problema en México ya no es de narcotráfico, sino de narcomenudeo”, a partir de que el país se convirtió en “un importante mercado para la venta de drogas, más que de exportación”, debido según el abogado, economista y administrador público, al “crecimiento económico”, mismo que no rebasó el mediocre promedio de las últimas tres décadas; pero el michoacano de Morelia pretende engañar incautos con una mejoría sensible del nivel de vida de los mexicanos bajo su gobierno, lo que permitió a más personas consumir narcóticos.
Durante una década, de los dos sexenios que despacharon Vicente Fox (con la enriquecida “señora Marta”, la pareja presidencial, pues) y Calderón en Los Pinos, el consumo de drogas de fabricación y comercialización ilícitas (porque existen otras legales como el tabaco y el alcohol que producen igual o peor grado de adicción), el número de adictos creció al doble. Termino éste, el de adictos, que especialistas como Corina Giacomello consideran como “estigmatizador”.
Lo que no dice este señor que ensangrentó al país con su guerra sustentada en los intereses geopolíticos de la Casa Blanca y el Pentágono, a cambio del reconocimiento de su gobierno considerado por muchos “ilegítimo”, amén de utilizarla como instrumento de legitimación en la Presidencia, es que al soldar la frontera norte para hacerle el trabajo sucio a George W. Bush, provocó que muchos cargamentos de droga no llegaran a su destino, se quedaran en territorio nacional como forma de pago a los cárteles aztecas y éstos se vieran precisados a abaratarlos para venderlos.
Como también provocó con el descabezamiento de las bandas, eje de su criminal estrategia que enriqueció a no pocos de los funcionarios de su gobierno, el desarrollo de “redes de control de territorio, que originaron nuevos negocios como la extorsión y el secuestro”, además de un gigantesco baño de sangre, dolor y muerte. Secuestros que, dicho sea de paso, repuntaron en 27 por ciento y las extorsiones en 17 por ciento en los nueve meses de “la nueva estrategia anticrimen” de Enrique Peña Nieto.
Para la Organización de las Naciones Unidas desde hace un par de años más de la mitad de las impresionantes utilidades del crimen organizado ya no provienen de las drogas demonizadas y perseguidas, sino de la trata de personas, tráfico de órganos e indocumentados, derecho de piso, secuestro y otros. Mientras que la masa de capital que manejan se acerca ya al billón de dólares.
Felipe del Sagrado Corazón de Jesús rinde culto a su nombre y no logra superar los enfoques permeados por sus muy respetables creencias religiosas, pero que no ayudan a entender y menos a afrontar los graves problemas de salud pública.
Fuente: FORUMENLINEA/ARGENPRESS.Info
 

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