
Por Ramón Jiménez
La Iglesia Unitaria Universalista de Bethesda, Maryland hizo entrega del Premio Humanitario del Año 2015 al activista comunitario Francisco Ramírez Rivera, quien dirige la Comunidad Unida de Santa Marta en el norte de Virginia desde 2004.
“La preocupación de Francisco por otras personas, su dedicación al trabajo en solidaridad y sus esfuerzos para mejorar las condiciones de vida; son los mismos ideales del principio unitario universalista de bondad y dignidad naturales en cada persona”, destacó Isabel Castillo al hacer entrega del galardón.
En años anteriores el Premio Humanitario fue entregado a la delegada estatal Ana Sol Gutiérrez, al doctor Juan Romagoza y otros distinguidos miembros de la comunidad latina de la región metropolitana de Washington.
Francisco Ramírez, quien llegó como refugiado a Estados Unidos hace más de dos décadas, ha dedicado gran parte de su vida a trabajar por las comunidades que más necesitan, en particular la comunidad de Santa Marta, en el departamento de Cabañas, al noreste de El Salvador; que fue el lugar donde nació, pero que durante la Guerra Civil de su país, fue obligado a abandonar con sus padres y hermanos para vivir en Mesa Grande un campamento para refugiados en territorio hondureño, auspiciado por las Naciones Unidas, pero que a pesar de eso los miles de despatriados vivieron en condiciones deplorables.
Fue entonces cuando Ramírez puso en práctica sus dotes de activista, ya que se dedicaba a hacer labores como promotor de salud en los campos de Mesa Grande. Y ese espíritu de solidaridad no lo ha abandonado desde que llegó a territorio estadounidense. Cada año se dedica junto a otros integrantes de la Comunidad Unida de Santa Marta —que a la vez es miembro de las Comunidades Transnacionales Salvadoreñas (COTSA)— a recaudar fondos para becas de estudio y otros proyectos de beneficio colectivo.
Pero Ramírez no se cansa, a pesar de trabajar de día y de noche.
“Solo le pido a Dios que me de la fuerza suficiente para seguir ayudando a mis compatriotas”, dijo tras recibir el reconocimiento.
La celebración tuvo un ambiente latino, ya que además de piñata, se escuchó rancheras, tangos, boleros y los platillos incluyeron mole de Oaxaca, chimichurri argentino, puerco de Yucatán y pupusas salvadoreñas a cargo del chef Mariano Ramos.
«Esto es una fiesta al paladar», dijo Ramos.
La Iglesia Unitaria Universalista tiene conexiones con la comunidad de Santa Marta desde hace casi dos décadas, tiempo desde el cual han mantenido lazos estrechos con esa comunidad —que ha sido calificada como cuna del verdadero socialismo en El Salvador— a la que han visitado en algunas ocasiones.



